¿Qué es y cómo afecta el TDAH en el adulto?
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una entidad que fácilmente relacionamos con la población infantil y con niños extremadamente movidos, inquietos, inatentos e impulsivos. Dadas las características generales que muchos atribuimos al llamado “niño con TDAH” resulta difícil para muchos reconocer que pueda existir una forma “del adulto” de esta condición.
Posiblemente, uno de los factores que dificulte el reconocimiento del TDAH en el adulto sea que los síntomas que este asocia son distintos a los que frecuentemente encontramos en los niños, pero en todos los casos, un TDAH en el adulto fue un TDAH en la infancia que ha persistido en la edad adulta, algo que sucede en un 50% de los casos.
En ocasiones, a pesar de no haber sido tratado, un niño con TDAH consigue en cierta medida compensar las dificultades que tiene y llega a poder desarrollar una vida académica e inicio de la actividad laboral dentro de la normalidad. Ello significa que, a pesar de que si retrospectivamente estudiamos la historia de estos adultos podremos identificar rasgos típicos del TDAH que existieron durante su infancia, en muchos casos los TDAH adultos no fueron diagnosticados ni tratados en la infancia.
A grandes rasgos, la hiperactividad motora que frecuentemente encontramos en los niños con TDAH no suele persistir en la edad adulta. Por lo contrario, el adulto con TDAH suele ser consciente de que en su vida existen una serie de dificultades que entorpecen su actividad laboral, sus relaciones interpersonales y su vida en general. Estas dificultades que desarrollaremos más detenidamente a continuación, suelen manifestarse en forma de problemas en la organización de las prioridades y del tiempo, olvidos frecuentes de citas, procrastinación y abandono de las tareas más complejas a la mitad, dificultades para empezar tareas complejas, facilidad para distraerse e impulsividad.
¿Cuáles son los síntomas del TDAH en el adulto?
Como en muchas otras entidades o como sucede en el TDAH del niño, la severidad, la frecuencia o la modalidad en la que se presentan los síntomas del TDAH del adulto puede ser variables entre los distintos casos. El impacto de un determinado síntoma en la vida de un individuo puede depender de múltiples factores y allá donde en algunos casos cierto síntoma no causa problemas en otros tiene consecuencias difíciles.
En el TDAH del adulto posiblemente coexisten toda una serie de signos o formas de comportarse que pueden ser más o menos característicos de la población general. Pero en el caso del TDAH del adulto, dada la persistencia e impacto de estos signos en la vida de quien los padece, los consideramos síntomas definitorios del TDAH.
Pueden existir multitud de formas distintas en las que los síntomas del TDAH del adulto se manifiestan. El estudio pormenorizado de cada caso en particular ayuda a poner de relieve las características propias de cada caso, pero a nivel general, podemos afirmar que el TDAH del adulto comparte una serie de características definitorias de esta entidad:
Déficit de atención:
Las dificultades atencionales en el adulto con TDAH pueden manifestarse de distinta forma. La sensación de tener mala memoria fruto de olvidos frecuentes es en esta población en muchos casos un claro síntoma de inatención. Así pues, el haber invertido pocos recursos atencionales durante una conversación, durante el trabajo y mientras se piensa en lo que hay que hacer más tarde supone en muchos casos que el adulto con TDAH olvide citas importantes o quehaceres que tenía “programados” siendo frecuente la constante sensación de siempre acordarse tarde de lo que tenía que hacer.
Desorganización y dificultades en la planificación:
Las actividades del día a día nos imponen la necesidad de priorizar el que, el cómo y el cuándo hacemos las tareas que debemos realizar. En circunstancias normales, la mayoría de personas son capaces de seleccionar el orden de las prioridades acorde a su importancia sin quedarse estancadas en una tarea en concreto y pudiendo por tanto desarrollar todas las actividades del día de manera secuencial. En los adultos con TDAH suelen detectarse importantes dificultades en esta capacidad de organización y planificación, siendo habitual la sensación de haber dedicado muchas horas a temas poco importantes y haber dejado para demasiado tarde temas relevantes, o dicho de otro modo, perder el tiempo. Cuando existe una carga de trabajo importante, el TDAH adulto suele tener dificultades en plantearse como organizar su tiempo para gestionar todo el trabajo a realizar. Paralelamente, es habitual que tienda a procrastinar o dejar para más tarde aspectos importantes pero que pueden ser complejos, eso es, suelen mostrar dificultades en empezar a trabajar en las tareas más complejas siendo habitual que las abandonen a mitad para ponerse a hacer otras actividades.
Mala gestión del tiempo:
Una característica habitual en los TDAH adultos tiene que ver con la mala gestión del tiempo y la relación que ello tiene con el punto tratado anteriormente en relación a la desorganización. El TDAH adulto suele estar convencido de haber organizado bien las tareas a realizar, pero habitualmente descubre que nunca llega a tiempo, que termina invirtiendo muchas horas en un solo aspecto y que frecuentemente llega tarde a sus citas.
Impulsividad:
La impulsividad es la tendencia a reaccionar de forma inesperada, rápida y poco reflexiva. Esta característica de la personalidad suele sobremanifestarse en la población adulta con TDAH siendo característico en la historia personal del TDAH adulto el haber tomado decisiones poco meditadas y algunas veces arriesgadas. En algunos casos, esta impulsividad se ve empujada por la baja tolerancia al estrés y al fracaso que también caracteriza al TDAH adulto, llevándole en ocasiones a no meditar las respuestas o decisiones con tal de terminar con una situación estresante. Las decisiones tomadas des de esta impulsividad, suelen estar parcialmente condicionadas por otro rasgo de personalidad que suele caracterizar al TDAH adulto y que tiene que ver con la búsqueda de sensaciones y de la novedad. Ello es, el TDAH adulto suele tener poca tolerancia a la rutina y al aburrimiento de modo que fácilmente asume conductas poco planeadas pero estimulantes.
La impulsividad y baja tolerancia al aburrimiento facilita que muchos TDAH adultos tengan tendencia a buscar los cambios, en el trabajo, en la pareja, en su forma de comportarse en general. Paralelamente, la impulsividad se asocia con respuestas poco meditadas y temperamentales, siendo habitual que el TDAH adulto se lamente en múltiples ocasiones de cómo ha respondido o como se ha comportado en una determinada situación.
Algo más problemático pude ser la facilidad en perder el control en determinadas ocasiones y la búsqueda del riesgo, que puede llevar al TDAH adulto a acumular infracciones de tráfico, conducir de manera poco segura o ser proclive al uso de substancias estimulantes.
Hiperactividad:
Si bien el TDAH adulto no suele manifestar la hiperactividad motora que caracteriza a los niños, si suelen ser personas que prefiere trabajos activos, físicos o donde existe una importante sobrecarga laboral. Es fácil en este sentido que el TDAH adulto pueda convertirse en un adicto al trabajo cuando este le resulta estimulante. Otros rasgos propios de la hiperactividad pueden manifestarse en una tendencia a hablar rápido, moverse con rapidez o ser inquieto.
Estos síntomas descritos pueden formar parte a nivel general del cuadro relacionado con el TDAH del adulto. Sea como sea, indudablemente existen otros signos y síntomas que pueden definir cada caso en particular, siendo estos los más generales.
Si bien estos síntomas forman parte de las generalidades que suelen acompañar las manifestaciones del TDAH en el adulto, no debe quitarse importancia a otros síntomas que suelen coexistir en esta población como consecuencia indirecta a las dificultades que conlleva convivir con el TDAH. Algunos de estos síntomas tienen que ver con la ansiedad, la irritabilidad, el bajo ánimo o incluso la sintomatología depresiva que en muchos casos responde a la percepción de fracaso y de tener más dificultades que los demás en llevar una vida organizada.
¿Cómo se diagnostica y cómo se trata el TDAH del adulto?
El diagnóstico del TDAH tanto en niños como en adultos es un diagnóstico clínico. Eso significa, que no existen pruebas tales como una analítica o una prueba de imagen cerebral que permitan realizar el diagnóstico. Por lo contrario, los especialistas en diagnóstico del TDAH se sirven de la información recopilada en la historia clínica del paciente, en determinados cuestionarios y en algunos casos, en ciertas pruebas neuropsicológicas, para determinar cuando el conjunto de síntomas que presenta un individuo resultan compatibles con el diagnóstico de TDAH.
En el adulto, el tratamiento suele orientarse a minimizar el impacto de las dificultades que asocia el TDAH sobre el desempeño del trabajo, las relaciones interpersonales y la vida diaria. Tal y como se viene realizando en población infantil, el uso de determinados psicoestimulantes ha demostrado una eficacia significativa en la mejora de los síntomas del TDAH en los adultos.
La terapia cognitivo-conductual centrada en el abordaje de la disfunción ejecutiva ha demostrado ser también una muy importante opción terapéutica para el TDAH del adulto cuando esta forma de terapia se emplea en asociación al tratamiento farmacológico o de forma aislada.
La severidad y urgencia en la corrección de los síntomas y la problemática relacionada será en cualquier caso quien marque las opciones terapéuticas a tener en cuenta en etapas iniciales tras el diagnóstico y como proseguir en el futuro.
Es importante tener en cuenta cuando hablamos del tratamiento del TDAH del adulto, que tratar esta condición no significa necesariamente recibir de por vida un tratamiento farmacológico. En este sentido, si bien los fármacos pueden ser de especial ayuda al inicio del tratamiento, una proporción importante de adultos aprende a gestionar los síntomas del TDAH llegando a abandonar el tratamiento farmacológico.