El diagnóstico del TDAH, tanto en niños como en adultos, es un diagnóstico clínico. Esto quiere decir que no existen pruebas como una analítica o imagen cerebral que permita establecer un diagnóstico. Por el contrario, los especialistas en diagnóstico del TDAH se sirven de la información recopilada en la historia clínica del paciente, en determinados cuestionarios y, en algunos casos, en ciertas pruebas neuropsicológicas, para determinar cuándo el conjunto de síntomas que presenta un individuo resultan compatibles con el diagnóstico de TDAH.
En el niño y adolescente el tratamiento se orienta a optimizar el rendimiento escolar y sociofamiliar.
En el adulto el tratamiento suele orientarse a minimizar el impacto de las dificultades que asocia el TDAH sobre el desempeño del trabajo, las relaciones interpersonales y la vida diaria.
En ambos casos, el uso de determinados psicoestimulantes ha demostrado una eficacia significativa en la mejora de los síntomas del TDAH.
La terapia cognitivo-conductual llevada a cabo por los especialistas en Psicología, centrada en el abordaje de la disfunción ejecutiva, ha demostrado ser también una muy importante opción terapéutica para el TDAH junto al tratamiento farmacológico o de forma aislada.
Hay que tener en cuenta que, cuando hablamos de tratamiento para el TDAH, no significa necesariamente recibir de por vida un tratamiento con fármacos. Así, aunque los fármacos pueden ser de ayuda al principio del tratamiento, una proporción importante de adultos aprende a gestionar los síntomas llegando a abandonar el tratamiento farmacológico.